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Mostrando entradas de octubre, 2010

Hasta luego, cocodrilo

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Esta semana la prensa se hacía eco de una de esas noticias que parecen sacadas de un show de los Monty Python . El pasado 25 de agosto se estrelló un avión en la República Democrática del Congo , muriendo la práctica totalidad de sus ocupantes, veinte personas; sólo se salvó uno de los pasajeros. O, al menos, eso se creía hasta ahora porque el tipo acaba de contar una historia que hay que oir para creer. Resulta que bordo viajaba un traficante de animales que transportaba un cocodrilo en su equipaje de mano. Lo más normal del mundo, vamos. Aunque tenía la documentación en regla -era un traficante legal-, llevarlo en la cabina oculto en una bolsa de deportes es harina de otro costal. Quizá pensó que se le moriría si tenía que viajar en la bodega y perdería el dineral que iba a ganar con él. O quizá creía que la lista inacabable de prohibiciones al embarcar no incluye a los cocodrilos. El caso es que, a punto ya de llegar a destino, el reptil se hartó de ir ahí metido y mientras los

La Montaña Pura

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Mañana, jueves 20 de octubre, Ramsés II hubiera celebrado su 3.336º cumpleaños, más o menos. Lo sabemos porque este faraón, tercero de la XIX dinastía y uno de los mayores megalómanos que han existido jamás -con permiso de algunos alcaldes españoles-, nos legó un monumento para recordar esta efeméride junto a la de su coronación, que fue un 20 de febrero. O eso dicen las crónicas oficiales, que ya es casualidad que el bueno de Usermare Setepenre -su verdadero nombre- naciera y subiera al trono justo en las fechas de principio y final del solsticio de invierno. Los egipcios dividían el año en tres estaciones: Ajet (inundación), Peret (retirada del agua) y Shemu (sequía). Durante la primera llegaba la crecida del Nilo a territorio egipcio después de atravesar media África desde su nacimiento en el lago Victoria . Dicha crecida suponía la inundación de los campos y, al bajar el nivel fluvial, éstos quedaban cubiertos por un limo oscuro de gran fertilidad, ideal para la siembra.

La sierpe en Sevilla es una maravilla

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Con la proverbial puntería que me caracteriza se me ocurrió visitar Sevilla en febrero de 2009, justo cuando los mapas de tiempo de todos los telediarios colocaban una enorme B de borrasca e isobaras de bajas presiones sobre Andalucía. Así que tengo el dudoso honor de haber conocido la ciudad hispalense sin siquiera ver atisbar el sol entre las nubes. Por culpa de ello una noche tuve que recorrer la famosa calle Sierpes , habitualmente concurridísima, casi a solas, oyendo sólo el eco de mis pasos y, si acaso, las gotas cayendo sobre el pavimento. Pero vino bien -decididamente, la lluvia en Sevilla es una maravilla- para crear el necesario ambiente siniestro porque entonces recordé la leyenda sobre el origen del nombre de esa vía. Hay que remontarse al siglo XV, durante los tiempos de la Reconquista. La ciudad estaba atemorizada por las misteriosas desapariciones de niños de los que nunca volvía a saberse. Corrían los consabidos rumores contra los judíos (era creencia común qu

De negros, gatos y guiris

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Esta foto tragaldabas y cervecera está tomada en el pintoresco restaurante Carnivore de Nairobi , del que ya hablé en otro post . Cientos de metros cuadrados con docenas de mesas atestadas de comensales, camareros ataviados con mandil rayado imitando el pelaje de cebra y un ridículo canotier que les hace parecer recién salidos de una convención electoral yanqui. O quizá de una película musical pues de vez en cuando se juntan en torno a algún grupo de clientes para cantar el inefable Jambo Bwana o el Happy Birthday , si se da el caso de que algún comensal esté de aniversario. Fue eśta una visita un tanto accidentada. Primero, por la decepción general cuando nos dijeron que no tenían carne de cocodrilo , lo que no sé si se debe a que ya no la trabajan o simplemente a que se les había terminado. Segundo porque en algún momento parecieron olvidarse de nosotros a la hora de servir y sólo parecía atento el orondo gato del local, que pululaba alrededor a ver si caía algo (cosa que debía