La catarata Fortuna

La mejor forma de terminar una excursión al volcán Arenal de Costa Rica es relajándose con un baño en la playa. El problema radica en que hablamos de una región del interior del país y tanto el Caribe como el Pacífico se hallan a varias horas de carretera. Pero no pasa nada. Para eso está el río Fortuna . Se coge un todoterreno -o un caballo, que es más divertido- y, tras atravesar un cerro hacia el norte, llegamos a un área protegida con instalaciones sanitarias: vestuarios, duchas, tienda de recuerdos, aparcamiento. Allí se paga la entrada, dinero que una asociación emplea en proyectos sociales de la zona, y luego hay que seguir a pie por una tremenda escalera, de quinientos peldaños para ser exactos, que baja y baja abriéndose paso entre la densa vegetación mientras de fondo se oye un rugido continuo. No se trata de una fiera, sin embargo, sino de la catarata que vomita las aguas torrenteras de las montañas circundantes a una poza, creando el Fortuna. Setenta metros de caída...