Chinchón: historia, cine y anís


Chinchón es uno de esos pueblos de España que han congelado el tiempo  su casco histórico, de manera que la plaza principal conserva más o menos el encantador aspecto que podrá haber tenido siglos atrás. Ello no sólo otorga a ese lugar un atractivo turístico especial sino que permite convertirlo en escenario de películas de época o, en cualquier caso, en ejemplo perfecto del pintoresquismo rural que a menudo buscan los extranjeros al visitar nuestro país.

Bueno, no sólo los foráneos porque yo, al menos, también me incluyo. Reconozco que durante mi visita a Chinchón llevaba la mente en modo "Historia", muy frecuente cuando viajo. Allí, pisar la Plaza Mayor es casi como regresar a la Baja Edad Media, puesto que se construyó en el siglo XV para celebrar en ella ferias de ganado hasta que la compró el concejo para sus reuniones, estableciendo así el Ayuntamiento.


Como se cerró completamente doscientos años más tarde, da la sensación detener forma pero en realidad no es así: ni circular ni poligonal, pese a su apariencia; un recinto abierto y envuelto por edificios de no más de tres plantas que descansan sobre soportales y cuyas fachadas se embellecen con un par de centenares de balcones de madera, los cuales se suceden en galerías adinteladas.

Una plaza así siempre ha resultado perfecta para la organización de espectáculos de todo tipo: funciones de teatro, eventos taurinos, fiestas, ceremonias religiosas... En ella aterrizó el globo de Philleas Fogg en la versión cinematográfica de La vuelta al mundo en ochenta días, en una escena algo grotesca y rebosante de tópicos; allí rodó Orson Welles algunos momentos de Campanadas a medianoche y John Wayne paseó su porte vaquero en El fabuloso mundo del circo, entre otras muchas películas. También fue en ese lugar, y esto ya es dolorosa realidad, donde fusilaron las tropas napoleónicas a decenas de patriotas como represalia por una emboscada: por cierto, el paso de los franceses por Chinchón supuso la destrucción de la iglesia de Nuestra Señora de Gracia, de la que sólo queda un solitario campanario, como si se tratase de una enorme lápida funeraria.


No es de extrañar la declaración del pueblo como Monumento Histórico-Artístico porque no sólo la plaza tiene interés. Desde tiempos de los Reyes Católicos, el lugar está ligado al marquesado de Moya, cuyos primeros titulares fueron Andrés Cabrera y Beatriz de Bobadilla (les sonarán porque son personajes destacados en la serie televisiva Isabel). Mucho después, en vez de marquesado hubo condado, siendo su representante más famosa María Teresa de Borbón y Vallabriga, condesa de Chinchón, hermana de Carlos IV y a la que su real cuñada casó con Godoy para darle a éste una posición social, terminando humillada al tener que compartir techo con Pepita Tudó, la amante del inefable gobernante. Godoy acabó exiliado en Francia y, a su muerte, fue enterrado en el cementerio parisino de Père-Lachaise sin que su esposa quisiera saber nada de él.

La condesa de Chinchón, retratada por goya
Antes, Felipe V, a la postre vencedor de la Guerra de Sucesión y primer monarca Borbón en el trono español, se hospedó en la Casa de la Cadena; curiosamente también pernoctó en la localidad su oponente y candidato de los Habsburgo, el archiduque Carlos de Austria, que pasó unas jornadas en el monasterio de los Agustinos, hoy reconvertido en Parador de Turismo. Asimismo, la anexa iglesia del Rosario acredita una curiosa anécdota: sus capillas fueron utilizadas como calabozos durante la Guerra Civil.

No son éstos el único caso de reaprovechamiento local, ya que las lomas de los alrededores sirvieron de localización para que Cristo diera su sermón de la montaña en Rey de reyes. Y, si nos ceñimos a los edificios históricos, el castillo de los condes de Chinchón, tras sufrir las cicatrices de nuestro turbulento pasado (primero lo destruyeron los comuneros y luego, ya reedificado, fue dañado en la citada Guerra de Sucesión y en la de la Independencia), pasó a ser fábrica de licores. Porque, por encima de todos estos acontecimientos, de tanto arte y tanta monumentalidad, admitamos que Chinchón es famoso sobre todo por el anís homónimo, que tiene Denominación Geográfica y se elabora allí desde el siglo XVII.

Fotos: Web Turística Oficial de Chinchón

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