Los cocodrilos del río Tárcoles


En Costa Rica, la civilización convive con lo salvaje de una forma que a veces resulta un poco grotesca. Un buen ejemplo de ello puede ser el río Tárcoles, que desde su nacimiento en la zona volcánica central atraviesa la parte oeste del país y desemboca en el golfo de Nicoya, en el océano Pacífico.

Pese  que su nombre completo es Río Grande Tárcoles, no se trata de un curso fluvial especialmente largo -sólo mide ciento once kilómetros-, pero tiene su importancia porque drena el área metropolitana de San José, donde vive la mitad de la población, y pasa por el Parque Nacional Carara, delimitando su zona norte.

El caso es que sus aguas son un ejemplo perfecto de esa mencionada cohabitación entre lo moderno y lo natural. Aparte de que lo crucen puentes o que esté flanqueado por una carretera, en el Tárcoles termina el 67% de la basura del país, cosa más que evidente contemplando su asqueroso y casi metafórico color marronáceo. 

Pero, al mismo tiempo, en él viven -o, más bien, sobreviven- un amplio número de especies variadas, tanto vegetales como animales. Y ahí quería llegar, ya que esto es El viajero incidental y, como sabrá quien nos siga, tenemos una predilección especial, no deliberada sino espontánea, por los cocodrilos.

Yo no tuve ocasión de verlos, o al menos de identificar claramente como tales las grandes sombras oscuras que flotaban, porque mi paso por el entorno del río coincidió con una monumental tormenta y la lluvia apenas me dejaba vislumbrar más allá del cristal del coche. Pero en el Tárcoles hay cocodrilos de la especie crocodylus acutus, típica de América Central, distribuyéndose desde el norte del cono sur hasta el sur de México. También caimanes, pero éstos son un poco más pequeños y el del vídeo es un cocodrilo.

El vídeo. Un ejemplo perfecto para que se exhiban esos animales y demostrar, una vez más, que no hay nada como un buen descerebrado para reirse un poco. En casi todos los sitios donde aún se encuentra fauna salvaje los guías te cuentan anécdotas similares o peores que ésta, con final menos divertido. Y no me pregunten por qué pero, aunque éste no sea el caso, suelen protagonizarlos japoneses o europeos del norte.

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