El Lago Rojo de Rumanía


Viajando por Rumanía de norte a sur, desde la región de Moldavia a Transilvania, hay que atravesar la zona montañosa de Hasmasul Mare, es decir, los Cárpatos Orientales, probablemente uno de los paisajes más bonitos del país y, por tanto, también de los más turísticos.

El trayecto se hace por una sinuosa carretera que atraviesa las Gargantas de Bicaz entre imponentes paredes verticales de caliza por las que apenas se cuelan exiguos rayos de sol y que no arredran a las docenas de vendedores de souvenirs, cuyos puestos, abarrotados de todo tipo de cosas (sí, también hay enanos de jardín), jalonan las cunetas a lo largo de centenares de metros.

Marta en la Garganta de Bicaz, con los souvenirs al fondo
Dividiendo la atención entre esos pintorescos productos, donde destacan los de piel de oso, y la mole colosal del Altar de Piedra, un pico de 1.120 metros que asoma entre las copas del bosque y las demás crestas atrayendo a los aficionados a la escalada, se van doblando curvas y más curvas, a cual más cerrada, hasta llegar al Lacu Rosu, el Lago Rojo, referencia vacacional para los rumanos. 

Se trata del lago más grande y joven del país, formado en 1837 por la obstrucción del curso de cuatro pequeños ríos a causa del deslizamiento de una ladera del monte Ghilocos. No se sabe con exactitud la causa de dicho suceso y surgen las leyendas: grandes lluvias, un terremoto... En cualquier caso el agua quedó embalsada matando a los abetos de la zona baja, cuyos troncos aún afloran petrificados sobre la superficie creando una estampa algo fantasmal. De ahí el apropiado nombre de la montaña, que en magiar significa Asesino.

Sí, magiar porque muy cerca está la ciudad de Gheorgeni, donde buena parte de la población es de origen húngaro y utiliza su idioma no sólo para hablar sino también para rotular los carteles de sus comercios.

La carismática mole caliza del Altar de Piedra
En cuanto al apelativo del lago, el rojo se debe al óxido de hierro de las arcillas del entorno, aun que el tono no siempre es fácil de apreciar, depende de la luz y de la zona. Por cierto, esas arcillas constituyen una amenaza, ya que periódicamente se producen aluviones de las laderas circundantes por erosión, sedimentando en el fondo y reduciendo el volumen de agua. Se calcula en un 40% el porcentaje perdido y a este ritmo el lago desaparecerá en 2080, con la consiguiente repercusión en el turismo; por eso en los años sesenta se construyeron unos diques de contención.


Panorámica con el embarcadero de las lanchas de alquiler
Yo no veré si dieron resultado, claro, pero tengo la suerte de haber podido disfrutar del Lago Rojo actual. Tiene 126.340 metros cuadrados en forma de L con una profundidad media de 5,4 metros y 3 kilómetros de perímetro. Aunque abundan truchas y cangrejos, la mayoría de los visitantes acuden en verano a remar en las barcas de alquiler y comer por los alrededores. En cambio, durante el invierno la superficie se hiela, pues el clima es subalpino y la altitud es de 980 metros; lo bueno es que se puede caminar sobre el hielo, pues la placa llega a alcanzar un grosor de 70 centímetros.


Fotos: JAF y Marta B.L

Comentarios

Entradas populares de este blog

El saqueo de Mahón por Barbarroja y el fuerte de San Felipe

Santander y las naves de Vital Alsar

La Capilla Sixtina: el Juicio Final