Destino, fantasmas y chinos en la calle Celetná


Hay un relato de Philip K. Dick, el autor de ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? (Blade Runner para los amigos), titulado Adjustment team. En sus escasas 20 páginas plantea uno de sus habituales temas metafísicos, en este caso sobre la posibilidad de que cada uno de nosotros tenga su destino escrito de antemano. Un equipo de ajuste, tal como dice el título, se encargaría de prevenir o corregir posibles desviaciones de ese itinerario existencial.

Hace poco fue llevado al cine con Matt Damon de protagonista y la inevitable  banalización romántico-tontorrona del guionista, pero el caso es que casualmente ví la película este fin de semana, regresando de un viaje a la República Checa.  Allí me ocurrió un insólito accidente: callejeando por la Ciudad Vieja de Praga, un cartel de metacrilato se desprendió de la fachada de una licorería china y fue a caer sobre mi cabeza.  Sólo me abrió una pequeña brecha pero como sangraba bastante tuve que sentarme tapándola con unas gasas que me dio el chino, que estaba aterrado intuyendo una demanda.

Así perdí más de una hora. Y aquí viene el motivo de relacionar esto con el relato de Dick. ¿Por qué aquel letrero tuvo que caerse justo cuando yo pasaba? ¿Acaso me habría desviado del programa y un misterioso tipo con sombrero provocó su caída para hacerme perder ese tiempo? ¿A quién hubiera conocido si no (supongo que Emily Blunt queda excluida, claro) o que hubiera hecho? ¿Cómo es posible que en la calle Celetná, donde ocurrió todo, no se viera un alma cuando habitualmente está abarrotada de gente? 

Lo más curioso es que por Celetná vagan, cuenta la leyenda, dos fantasmas: el de una prostituta que osó insinuarse a un cura y el del carnicero que la mató por ello... de un hachazo en la cabeza.

Foto: JAF


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