Barcelona patibularia

Hoy toca un paseo por algunos de los lugares más históricamente bellos y románticos de Barcelona; pura poesía. Es curioso. Uno de los lugares de Barcelona que mejor reflejan actualmente la modernidad y la pujanza económica, la Plaza de España, fue en otro tiempo un descampado en el que habitaban mendigos y vagabundos. Donde hoy se sitúa la puerta de entrada al recinto en el que se celebran congresos y simposios, marcada por las dos torres de inspiración veneciana, antes sólo había montañas de basura y, en vez de la fuente, una cruz cubierta por un baldaquino gótico daba nombre al lugar: Creu Coberta (derribada en la segunda mitad del siglo XIX para urbanizar el entorno).
 Pero algo más tétrico caracterizaba el sitio. Hasta 1714, en que fueron trasladadas a la Ciudadela, cinco horcas fijas separadas entre sí por una cincuentena de pasos (estar "en la quinta horca" es una expresión que se usó durante mucho tiempo para designar algo muy lejano) servían a la Justicia para las ejecuciones. Antes habían estado emplazadas sucesivamente en la antigua lonja, la Trinitat y el Coll de Finestrelles.
 Sin embargo, el Coll dels Forcats, como también se llamaba a la zona (y que no hace falta traducir), no era el único patíbulo de la ciudad. La Plaça del Rei se hizo famosa porque allí se expusieron las veintitrés cabezas de bandoleros que las partidas de ciudadanos, hartos de sus fechorías, capturaron y mataron en abril de 1573. Debajo de cada una se puso un cartel con su nombre y delito. Y fue en esa plaza donde en 1663 se colgaría al célebre bandido Juan de Serrallonga que, aunque era de sangre azul y tenía derecho a que le cortaran la cabeza (pena reservada a los nobles, más rápida y menos infamante que la soga), no se tuvo en cuenta y murió ahorcado con una chapucera actuación del verdugo, que tuvo que rematarlo de una cuchillada. Además, la plaza fue el lugar elegido por la Inquisición para quemar a los relajados de los autos de fe (los reos de muerte), hasta el siglo XVIII.

Lo dicho al principio: romanticismo y poesía. De Baudelaire, claro.

Comentarios

Unknown ha dicho que…
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo ha dicho que…
Muy interesante, soy de Barcelona y paso constantemente por estos sitios, aunque ahora los veré de diferente forma porque la historia, aunque a veces cruel, aporta el 50% de la belleza de los sitios.

Uno se siente orgulloso de pertenecer a una ciudad que ya en su día se llamó Barcino.

Felicidades por el Blog!
Jorge Álvarez ha dicho que…
Gracias por el comentario. La verdad es que casi todas las ciudades tienen sitios así de interesantes... y así de desconocidos. El tiempo lo moldea todo.

Un saludo.

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