Los camellos mascan chicle de cola


No es la primera vez que hablo de camellos en este blog ni, probablemente, será la última. Algo parecen tener estos animales, además de la joroba y aspecto desgarbado, para protagonizar anécdotas cada vez que uno se topa con ellos. Las he vivido en Egipto, en Jordania, en Marruecos, en Canarias, en Kenia... Lástima que no siempre me diera tiempo a inmortalizarlas en vídeo o foto, pero alguna que otra sí que ha quedado plasmada para la posteridad.

Es el caso de la imagen que vemos aquí, sacada en las Cuevas de Hércules, entre Larache y Tánger, Marruecos. Se trata de un lugar pintoresco, unas grutas naturales excavadas por el mar en los acantilados atlánticos del país alauita convenientemente explotadas para el turismo: hay restaurantes, grupos de música étnica local, trajes folklóricos para retratarse con ellos, un mono que se las sabe todas y docenas de tiendas de souvenirs dentro de la misma caverna. Pero me llamó especialmente la atención la siesta que se pegaba el dromedario en medio del aparcamiento, tan tranquilo ocupando una de las plazas, ajeno al ajetreo del tráfico.

Otra insólita historia tuvo Jordania como escenario. En concreto el marco incomparable de Petra. Recién llegado a la antigua ciudad, aún boquiabierto y a punto de experimentar el síndrome de Stendhal ante la imponente fachada del Tesoro, tuve que sentarme sobre una roca y depositar la mochila y la Coca Cola en el suelo. Cuando me levanté para seguir la visita mi refresco había desaparecido. El ruido de una lata me hizo mirar a la espalda y allí estaba aquel camello, enjaezado al estilo árabe y con la habitual cara de cachondeo, reposando apaciblemente sobre sus rodillas mientras masticaba el bote como si fuera un chicle para beberse su contenido.

Foto:
Párking de las Cuevas de Hércules, por JAF (2008).

Comentarios

Cocodrin ha dicho que…
Yo la cerveza la mastico.

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