La Petite France de Estrasburgo


A mí, Alsacia siempre me ha traído a la memoria el siglo XIX y la guerra entre Prusia y Francia que provocó el enésimo cambio de manos de la región; gajes de ser un territorio fronterizo. Y aunque históricamente creo que los alsacianos han sido casi tanto tiempo franceses como alemanes -tendría que contar los años, a ver-, a nadie que pase por allí se le escapa el tono teutón que destila el lugar.

Al fin y al cabo fue parte del Sacro Imperio Romano Germánico y estuvo gobernado por los Habsburgo hasta que en 1648, con la Paz de Westfalia, pasó a manos de Francia. Y, valga la redundancia, así siguió hasta que en 1870 Bismarck arrebató la región a Napoleón III junto con Lorena; al fin y al cabo, ambas seguían bastante germanizadas porque París siempre había situado la frontera en los Vosgos.

En rojo, Confederación Alemana del Norte; en amarillo, estados del sur con Alsacia y Lorena en medio (Imagen: User 52-Pickup en Wikimedia Commons)

El Imperio Alemán retuvo Alsacia y Lorena hasta que -otra vez-, tras la I Primera Guerra Mundial, el Tratado de Versalles se las devolvió a los galos. En la siguiente contienda la Alemania hitleriana volvió a anexionarlas... brevemente porque luego las perdió de nuevo. En ese toma y daca cabe preguntarse qué deparará el futuro, si se repetirá el vaivén.

Por todo esto no debería resultar extraño que el corazón de Estrasburgo, la ciudad alsaciana más importante y su capital, reciba el nombre de Petite France (Pequeña Francia), como si de una referencia a un país extranjero se tratara. La verdad es que no es el único sitio llamado así; hay otros como la Bucarest de entreguerras, que recibía el apodo de Micul Paris (Pequeña París) por la belleza de sus edificios y bulevares, que recordaban la capital gala, antes de que la Segunda Guerra Mundial la destruyera y Ceaucescu la rematara arquitectónicamente.

Plano de la Grande Îlle de Petite France (Imagen: Google Maps)

El caso de Estrasburgo es diferente porque el apodo es una referencia a un sitio no precisamente glamouroso: el Hospice des Vérolés u Hospicio de Sifilíticos, que desde el siglo XV acogía a quienes sufrían lo que los germanos denominaban franzosenkrankheit, es decir, el mal francés, expresión que también enraizó en España. Su sede estaba en el extremo oeste de la Grande Île, un islote en medio del río que atraviesa la ciudad, el Ill, afluente del Rin.

Éste es el que da a la urbe su característica fisionomía, a base de canales por los que se repartían las viviendas y talleres de los gremios, hoy sustituidos por restaurantes con terrazas floridas y ventanales panelados; aún recuerdo uno donde comí, precioso, con una terraza florida y músicos amenizando que parecían querer compensar el nombre de agente de la Stasi que tenía, Grüber.

El encanto de las calles de Petite France (imagen: Philippe de Rexel en Office de Tourisme de Sttrabourg et sa Région)

Como se ve, lo alemán aparece una y otra vez en medio del decorado francés. No en vano, la Petite France tiene también su apelativo germano, Gerberviertel, traducción del galo Quartier des Tanneurs; al cambio, Barrio de los Curtidores, porque allí trabajaban esos artesanos junto a molineros y pescadores. Su sede, la Maison des Tanneurs, todavía sigue en pie en la orilla septentrional.

La Maison des Tenneurs (imagen: Philippe de Rexel en Office de Tourisme de Sttrabourg et sa Région)

A su lado, la plaza Benjamin-Zix constituye un centro neurálgico del que salen varias calles de sabor medieval, flanqueadas por casas de estructura de madera, como la Rue des Dentelle o la Rue du Bain-aux-Plantes. Por ellas se llega a la iglesia luterana de Saint-Thomas; si se hace el recorrido inverso, la meta también es un templo, el de Saint-Pierre-le-Vieux, que tiene la rareza de acoger cultos protestante y católico bajo el mismo techo.

La peculiar iglesia de Saint-Pierre-le-Veux (imagen: Ralph Hammann en Wikimedia Commons)

Grande Île se comunica con el tramo sur de la Petite France y el resto de la urbe mediante una veintena de puentes. O a la inversa, porque aquel es el destino principal para un visitante, que para eso lo catalogó la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad en 1988. algunos de esos puentes están dotados de sistemas defensivos, caso de los Ponts Couverts, que ya no deberían llamarse así porque perdieron sus cubiertas en el siglo XVIII pero conservan torres anexas.

Una gabarra de turistas pasa ante los Puentes Cubiertos

No son las únicas estructuras poliorcéticas que hay, ya que justo delante encontramos otra, Barrage Vauban, un dique construido a finales del siglo XVII por el famoso ingeniero militar Sébastien Le Prestre de Vauban con el propósito de poder inundar la ciudad si estaba en peligro de ser conquistada. Aunque cumplió esa misión durante la Guerra Franco-Prusiana, hoy en día se usa para algo muy distinto: exponer las moldes de yeso y copias de las esculturas de la catedral.

El dique de Barrage Vauban

El entorno de esa zona está formado por viejos molinos de agua y casas típicas de entramado de madera, paredes encaladas e inclinados tejados abuhardillados que, junto con los pavimentos empavesados y las barcazas que se mecen plácidamente en el río, le dan un aire de otra época. El Pont du Faisan, que es giratorio para permitir la navegación, pone la guinda en ese sentido.

Las gabarras de pasajeros, llenos de turistas cámara en mano, recorren el meandro circular del Île mostrando a sus pasajeros, además del paisaje urbano, rincones concretos a los que acercarse luego, como el Palais Rohan (donde se ubican tres museos, el de Bellas Artes, el Arqueológico y el de Artes Decorativas) o el Parque de la Orangerie, donde está el Pabellón Joséphine, erigido en memoria de la esposa de Napoleón.


Vista del Palais Rohan desde la torre de la catedral

Ahora bien, si hay un ónfalos indiscutible en la Petite France en particular y en Estrasburgo en general es la Catedral de Notre-Dame. Una mole de piedra rojiza que se empezó a construir en el siglo XI, que no se terminó hasta el XV y que durante mucho tiempo tuvo el récord de altura en el mundo cristiano con su única torre (en este caso no producto de falta de financiación sino una moda de la época).

La fachada principal con la espigada torre dominando la preciosa Casa Kammerzell

De estilo gótico, descansa sobre lo que antes fue una basílica románica y antes aún una merovingia. Como casi todas las catedrales centroeuropeas, sufrió a manos del luteranismo y, como todas las francesas, pasó lo mismo con la revolución, perdiendo nuevamente parte de su mobiliario y  patrimonio artístico. Algunos lo considerarán diabólico pero es que una leyenda dice que el Diablo quedó atrapado en la catedral cuando buscaba su imagen tallada en piedra (está en la fachada) y su ira se manifiesta en la ventolera que corre alrededor del edificio.

Uno de los tímpanos, en detalle

Hay una estampa clásica de la fachada posterior del templo asomando entre los edificios de la calle Merciére; se encontrará en imanes, postales, láminas y pinturas porque constituye prácticamente un icono. También los son la citada torre (ciento cuarenta y dos metros, pudiéndose subir hasta la mitad) y el frontispicio de tres tímpanos bajo el rosetón,  que está decorado con motivos vegetales en vez de religiosos.

La iconográfica vista desde la Rue Mercière

Dentro destacan el púlpito gótico (con un Cristo que es iluminado por los rayos del sol en los equinoccios) y el reloj astronómico, que es del siglo XVI y marca el movimiento de los planetas en un astrolabio, señalando de paso los eclipses e indicando con autómatas sonoros el mediodía y las fiestas del año. Cuentan que se mandó cegar al maestro relojero para que nunca volviera a fabricar uno así; otra leyenda muy extendida que también se dice del reloj astronómico de Praga, por ejemplo.

El Reloj Astronómico (imagen: Philippe de Rexel en Office de Tourisme de Sttrabourg et sa Région)

Estrasburgo es una visita recomendable siempre cuando se planea viajar por Francia. Y cuanto antes mejor; quién sabe si cuando se tome la decisión de ir ya está otra vez territorio alemán. Todo un problema teniendo en cuenta que en allí está una de las sedes del Parlamento Europeo.




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