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El palacio de Cnossos, la casa de Asterión

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    «Y la reina dio a luz a un hijo que se llamó Asterión» , puede leerse en en el libro III de  Biblioteca , una obra datada entre los siglos I y II d.C., erróneamente atribuida a Apolodoro de Atenas (se opta hoy por esa fórmula habitual de añadirle un  « pseudo »  delante del nombre), en la que se intentan conciliar las diversas versiones de los mitos griegos que dieron Homero, Hesíodo, Eurípides, Sófocles, Esquilo, etc. La mayor parte de los manuscritos que han sobrevivido de ese texto terminan con el mismo episodio: las hazañas de Teseo, por lo que muchos lectores ya habrán entendido por qué he empezado este artículo con esa cita, emulando a Borges. En el anterior artículo explicaba cómo los hados se conjuraron para impedirme contemplar uno de los rincones de Creta que más anhelaba, la cueva de Zeus . Hoy voy a hablar de otro que entra también en esa categoría, pero que me aseguré de visitar sí o sí porque perderme dos ya era mucho. Y éste en concreto es dem...

La cueva de Creta donde nació y creció Zeus

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  Es curioso. Acabo de terminar unas vacaciones en Creta y en vez de escribir sobre las mil maravillas que conocí voy a hacerlo sobre algo que, por desgracia, me quedó en el tintero. Es especialmente sangrante porque cuando elegí la isla griega como destino lo hice con una lista de sitios que ver sí o sí y uno de ellos era ése. Hablo de la Cueva de Ida, lugar al que a la postre me resultó imposible ir porque las Moiras se empeñaron en hacer encaje de bolillos con sus hilos y decidieron que el destino de  γεωργός no era hollar el suelo sagrado donde nació el padre de los dioses y los hombres, Zeus.  Como estamos en el siglo XXI no me hicieron dar tumbos perdido por el mar ni me dejaron pasar siete años con Calipso -que tampoco sería una mala idea-, sino que se limitaron a ponerme delante dos obstáculos dignos de los trabajos de Heracles: primero una carretera más sinuosa que una serpiente, tan llena de curvas como estaría la propia Calipso -o Circe también, no se vaya a po...

La histórica villa navarra de Roncesvalles

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  Si en el artículo anterior explicaba que durante unas vacaciones en Navarra es aconsejable reservar algún día para acercarse a la Cueva de las Brujas de Zugarramurdi y sus alrededores, especialmente si se es aficionado a la Historia, en éste voy a insistir en lo mismo recomendando un sitio de dimensiones igual de míticas o más: Roncesvalles. Merece la pena el esfuerzo de sortear curvas y más curvas, lluvias impenitentes y brumas pertinaces para llegar a esa minúscula villa que apenas tiene una veintena de habitantes y son los foráneos quienes parecen aportar vida al lugar, entre peregrinos y turistas. Maqueta de Roncesvalles expuesta en el museo local Los primeros llevan siglos pasando por allí. Concretamente desde que en el año 837 d.C. se descubriera en Compostela el presunto sepulcro del apóstol Santiago y Roncesvalles pasara a ser un alto en la consiguiente Ruta Jacobea, concretamente del Camino Francés, que atravesaba los Pirineos.  No se trataba de algo nuevo, puesto q...

Una visita a la Cueva de las Brujas de Zugarramurdi

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  Érase una vez un inquisidor de naturaleza escéptica que desconfiaba de la creencia en la brujería y que fue enviado por el Consejo de la Suprema Inquisición a instancias del obispo de Pamplona, tan receloso del tema como él, a investigar un extraño caso que estaba ocurriendo en varias comarcas del norte de Navarra. Un comisario y dos inquisidores pertenecientes al Tribunal de Logroño habían abierto un proceso varias personas, acusadas de brujas por una vecina que aseguraba haber participado en aquelarres. Otras que acudieron a la ciudad para testificar a su favor acabaron asimismo tras las rejas y, al cabo de varios meses, el número de inculpadas (e inculpados, que, frente a lo que suele pensarse, los archivos demuestran que también hubo muchos procesos por brujería masculina en la época) sumaba tres centenares. Cuando empecé a preparar mi viaje a Navarra tenía claro que ante todo y por encima de todo -y al final hubo bastante- tenía que acercarme hasta Zugarramurdi, a ver la fam...