El calendario maya y el 13º Baktún

Ahora que ya aparece en el horizonte 2013, empiezan a verse calendarios de regalo de ese nuevo año. Yo acabo de conseguir uno pequeño, de ésos de llevar en la cartera, y otro grande de los de colgar en la pared. Incluso me regalaron un bolígrafo comercial con una especie de solapa que, al tirar de ella, despliega un almanaque del próximo lustro. Sin embargo, no he encontrado ninguno que vaya más allá.

Y la pregunta evidente es ¿para qué demonios quiero un calendario de 2018 ahora? Cierto. Pero tiremos de hipérbole: ¿para qué quiero uno del año 4012, pongamos por caso? Lo cual me lleva a la cuestión que quería tratar. Si a nuestra civilización, con su capacidad de anticipación y de fabular el futuro, no le interesa especialmente especular con tanta antelación -y eso que hoy tenemos constancia de la inmensidad cronológica de la existencia del mundo-, salvo para escribir obras de ciencia ficción, ¿por qué se lo exigimos a los mayas?

Ya habrán visto por dónde van los tiros. Resulta que el próximo jueves 20 de diciembre es el último día del 13º Baktún, la llamada Cuenta Larga del sistema calendárico maya. El día siguiente, el 21, ya no entró en sus cómputos y de ahí que ahora los listos intenten explotar comercialmente la cuestión hablando del fin del mundo. Hasta la NASA ha hecho un comunicado algo patético al respecto.

Aclaremos un poco las cosas. Los mayas inventaron un Haab o calendario solar de 365,2420 días (por cierto, más exacto que el nuestro actual, gregoriano, que dura 365,2425 cuando el año solar, según  ha demostrado la astronomía es de 365,2422), que se dividía en  18 meses (Uinal) de 20 días (Kin) más un período denominado Uayeb, compuesto por las otras 5 jornadas que sobraban y que se consideraban aciagas.

Además tenían otro calendario ritual, no basado en observaciones astronómicas, llamado Tzolkín y formado por 20 trecenas que resultaban de combinar 20 días con 13 números, arrojando un resultado de 260 días. Si el Haab era un calendario cronológico como el nuestro, el Tzolkín tenía un carácter más bien religioso y regía el destino de cada individuo, según el día en que éste naciera.

Ambos sistemas funcionaban a la vez, combinándose e interactuando como un engranaje para formar la Rueda Calendárica, un ciclo que duraba 52 años solares y 73 rituales antes de que volvieran a coincidir en la primera fecha. Pero para evitar que el fin de un ciclo y el principio de otro crearan confusión, los mayas idearon la Cuenta Larga, aunque sólo la utilizaron en la Era Clásica, entre nuestros siglos IV y X.

En eso se distinguieron de otros pueblos mesoamericanos como los aztecas, que copiaron la Rueda nada más, de forma que cada 52 años tenían un fin del mundo que sembraba el temor en sus vidas; la llegada de Cortés coincidió con una de esas fases. En cambio, los mayas fijaron una referencia cronológica con fecha en el 13.0.0.0.0, equivalente a nuestro 13 de agosto de 3114 a.C.

El 13 designaba al último Baktún de la Cuenta Larga de la que hablé antes, y los ceros siguientes al Katún (unidad de tiempo equivalente a 7.200 días, unos 20 años aproximadamente), Tun (año), Uinal (mes) y Kin (día). Por qué eligieron esa fecha tan anterior a su época nadie lo sabe, pero impresiona saber que, por esos tiempos, en Europa nadie calculaba la Creación tan atrás.

El caso es que si al 3114 A.C. le sumamos el par de milenios transcurrido desde la Era Clásica, da 5.125 años y supone el final del sistema de cómputo maya. ¿Hay que interpretar eso como el fin del mundo? ¿O, simplemente, pensarían que YA NOS OCUPARÍAMOS DE HACER OTRO CALENDARIO EN ESTA ÉPOCA ?

Comentarios

Entradas populares de este blog

El saqueo de Mahón por Barbarroja y el fuerte de San Felipe

Santander y las naves de Vital Alsar

La Capilla Sixtina: el Juicio Final