De Drácula a Tepes

Uno de los mayores atractivos de Rumanía, pese a todos los tópicos, es Drácula, lo cual resulta especialmente irónico teniendo en cuenta que en los retratos que tenemos de él no sale precisamente agraciado. Hablo del auténtico Drácula, claro, no de Christopher Lee ni de Frank Langella ni de Gary Oldman ni de Bela Lugosi ni de Jack Palance, por citar sólo los más conocidos y no agotar la colección de nis.

El Drácula histórico se llamaba Vlad. Drácula significa hijo de Dracul, que era el sobrenombre que le pusieron a su padre. Dracul se puede traducir como diablo pero también como dragón y, de hecho, probablemente se lo pusieron porque fue investido caballero de la Orden del Dragón. Vlad heredó, pues, el mote, aunque luego puso todo su empeño en ganarse uno propio y a fe que lo logró: Tepes, que significa empalador

Con Vlad no parece haber término medio. Para unos se trataba de un sádico psicópata que incluso gozaba organizando banquetes bajo los empalados y para otros un héroe que defendió su tierra contra los invasores otomanos. Seguramente no era ni una cosa ni otra. Muchas de las crónicas que hablan de sus matanzas no se sostienen históricamente. Lo malo es que otras sí, como las decenas de miles de personas que masacró en Brasov y Tirgoviste, aunque cosas parecidas hizo Alejandro Magno y nadie se las discute. 


Respecto a su vitola de defensor del cristianismo y la tierra rumana ante los turcos, es cierto que muchas veces se les enfrentó pero también que otras pactó con ellos; no le quedaba otra viviendo entre la espada y la pared que constituían el sultán por delante y el reino de Hungría por detrás. Curiosamente fue la propaganda de Ceaucescu la que recuperó su figura con intenciones nacionalistas.

Turísticamente, hacer una ruta del conde Drácula por Rumanía equivale a recorrer casi todo el país en un tour circular que puede empezar en Valaquia (Bucarest, ciudad que fundó Vlad; Tirgoviste, capital de Valaquia entonces; Bran, el castillo más fotogénico terroríficamente hablando), seguir por la renombrada -pese a no reinar sobre ella- Transilvania (Sibiu, ciudad vasalla; Sighisoara, donde está su casa natal; Brasov, escenario de una gran matanza) e incluso Moldavia, donde tuvo que buscar refugio más de una vez al amparo de su tío, gobernante local. Para abundar sobre ello sugiero leer el post que amablemente me invitaron a escribir en Diario del viajero, del que ya he hablado en alguna ocasión.

Fotos: JAF y Marta B.L.

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