El Genocidio de Ruanda 16 años después

Con este post termino la serie dedicada al Genocidio de Ruanda

Cuando el Frente Patriótico Ruandés conquistó Kigali se produjo una llamativa peregrinación en dos direcciones. Mientras cerca de 750.000 exiliados tutsis volvían a su país desde Uganda, un millón de hutus se marchaba al vecino Zaire por temor a las represalias. Era la tercera parte de la población y se instaló en campos de refugiados de zonas fronterizas bajo control de las milicias Interahamwe, que eran las que recopilaban la ayuda de la Cruz Roja y prohibían a nadie regresar bajo amenaza de muerte, continuando así su politica de sumergir a los suyos en la corresponsabilidad de lo ocurrido. 

Como el nuevo gobierno ruandés, en el que se integraron hutus moderados, no podía permitirse una situación así, exigió el desmantelamiento de los campos bajo control internacional. No se hizo, claro, por lo que fue el FPR el que lo llevó a cabo en 1995. Durante el proceso ocurrió lo que cabía esperar: no todos los tutsis estaban dispuestos a olvidar y además los interahamwe asesinaron a aquellos hutus que intentaron irse. En Kibeho murieron 4.000 personas ante la pasividad -ya era costumbre- del destacamento de UNAMIR. Pero lo peor fue que todo eso originó las dos guerras civiles que asolaron el Congo provocando casi 4 millones de muertos.

Sin embargo, 16 años después, Ruanda parece progresar lenta y tranquilamente, demostrando que ambas facciones pueden convivir (como hicieron en Burundi durante décadas hasta que en 1993, con la chispa ya encendida, el presidente hutu fue asesinado por tutsis). Quizá porque la mayoría son jóvenes que no recuerdan el Genocidio por su escasa edad entonces (pese a que también se mataban niños) o porque nacieron después. O quizá porque 32 de los responsables de las matanzas han sido juzgados y condenados en el Tribunal Penal Internacional de Nairobi, entre ellos el siniestro coronel Théodore Bagosora, (era el líder de los interahamwe y le cayó cadena perpetua), el cantante Simón Bikindi (15 años de prisión) o el periodista de la Radio de las Mil Colinas.

Paul Kagame, presidente actual del país, también está acusado de genocidio. Se le atribuye la orden de derribar el avión de Juvenal Habyarimana, acto que desató la ira hutu. En realidad todo estaba ya planificado pero a Kagame también se le responsabiliza de las bajas en el desmantelamiento de los campos y el asesinato de varios misioneros y cooperantes, entre ellos algunos españoles, aunque a eso no se le puede llamar genocidio y es improbable que lo ordenara personalmente.

En cualquier caso los turistas vuelven a Ruanda para ver los gorilas de montaña, el país sigue lleno de campos cultivados y ya no hay niños hutus que jueguen a poner figuritas de barro en las carreteras (por cierto, las mejores de África) para que los coches las aplasten al pasar, simulando que son tutsis.

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