El Castillo de Eilean Donan (I)
Todos sabemos lo que es un castillo y cuando le decimos a un niño que dibuje uno casi siempre lo hace siguiendo ese estereotipo medieval que llevamos en mente, con sus almenas, su barbacana, su torre del homenaje, su foso (al que seguramente el artista incorporará un tiburón o un cocodrilo), sus saeteras, su puente levadizo, su adarve... Vale, el niño sería un émulo de Leonardo da Vinci si sabe poner todo eso, pero las formas generales no diferirían. Sin embargo, los castillos son muy diferentes entre sí de un lugar a otro. Los españoles, recios, sobrios y macizos, suelen obedecer a esa iconografía pero los franceses se alejan de la imagen defensiva para acercarse a la palaciega mientras que los centroeuropeos adquieren tintes románticos. Trasladándonos a la islas Británicas, Escocia es la referencia castillera porque, aunque suene a tópico, hay uno en cada esquina; y casi siempre con fantasma.
El guardián del castillo, con kilt y manferlán |
Mapa de Escocia con los escudos de los clanes |
El fantasma highlander de Eilean Donan |
Donde fracasaron éstos, al igual que más tarde los puritanos de Cromwell, triunfó una escuadra inglesa que lo bombardeó durante la tercera rebelión jacobita, allá por 1719. Lo defendía apenas medio centenar de infantes de marina españoles, enviados en apoyo de la causa escocesa, que recibieron a tiro limpio al enemigo cuando el trozo de desembarco de éste se acercó despreocupadamente creyendo que el edificio estaba abandonado. Obviamente, en tan escaso número, sin artillería y ante los cañonazos de las fragatas, Flamborough, Worcester y Enterprise, los españoles no pudieron resistir mucho: sólo tres días.
Tras tomar el castillo, los ingleses lo volaron aprovechando el enorme polvorín existente (¡trescientos cuarenta y tres barriles!), dejando para siempre la leyenda del fantasma de un oficial español fallecido en el ataque al negarse a rendirse obstinadamente. Testarudo él; quizá era aragonés. O andaluz, dado que, según cuentan, es un espectro bastante socarrón y se dedica a molestar a los turistas excepto a sus compatriotas, a quienes deja visitar el castillo en paz. Como se puede ver en la foto anterior, también hay uno escocés.
La batalla de Glen Shiel desde las posiciones inglesas. Al fondo, con los típicos uniformes blancos borbónicos, los infantes de Marina españoles |
El grueso del contingente hispano, unos trescientos hombres, cayó prisionero un mes más tarde en la batalla de Glen Shiel cuando los escoceses huyeron en plena refriega dejándolo tirado ante el ejército adversario, muy superior en número y equipamiento. El general inglés se percató enseguida dónde estaba el peligro y dónde lo fácil, centrando el ataque en los highlanders y manteniendo las distancias, vía artillera, con los hispanos, que cuando se dieron cuenta estaban solos. Entre los que aprovecharon la niebla para fugarse y abandonar a sus aliados estaba el héroe nacional Rob Roy (con el centenar de miembros de su clan) quien, como vemos, no era tan aguerrido como lo pintó Walter Scott; así se escribe la Historia, aunque en su descargo cabe decir que estaba malherido.
La cosa ya pintó mal desde el principio porque el contingente enviado por el cardenal Alberoni, ministro de Felipe V, llevó consigo dos millares de armas de fuego para repartir entre los sublevados y muchas se quedaron en sus cajas, al haber muchos menos voluntarios de lo esperado; unos ochocientos hombres. Además, la flota española que debía iniciar una invasión volvió a perder la partida luchando contra los elementos a la altura de Galicia.
Otra visión, más clásica, de la batalla |
Eso sí, para la posteridad queda el hecho curioso de que fue la última vez que las tropas inglesas se enfrentaron a un enemigo extranjero en suelo del Reino Unido. Y que, gracias a aquella acción, han quedado denominaciones relacionadas con aquello soldados de nuestro país: la desolada cañada donde se situó el campo de batalla es hoy Bealach-na-Spainnteach (en gaélico, Paso de los Españoles) y está ubicada entre un grupo de cinco colinas llamadas Five Sisters, una de las cuales es conocida como The Peak of Spaniards (Pico de los Españoles), pues fue donde éstos se hicieron fuertes y resistieron varias horas en solitario antes de entregar las armas.
[continuará]
Fotos: JAF
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