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Mostrando entradas de diciembre, 2016

El Cid y el Monasterio de San Pedro de Cardeña

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Héroe castellano, modelo de caballero medieval, mercenario de ocasión, señor de la guerra más poderoso que muchos reyes, personaje admirado dentro aquí y en el extranjero, protagonista de la mejor película rodada por Samuel Bronston en España, alma del mejor poema épico de nuestra literatura... Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador que en buena hora ciñó espada, es todo esto y más. Venció en todas sus batallas, ganó duelos, se enriqueció con la espada, sirvió a otros hasta que decidió hacerlo a sí mismo, fue siempre fiel a su palabra y pudo haberse autocoronado monarca de Valencia por sus propios méritos si así lo hubiera deseado. Como decía el Cantar , qué gran vasallo si tuviera buen señor. Si hay un sitio donde se respiran aires cidianos es la provincia de Burgos. Allí, en pleno centro, se encuentra Vivar , el pueblo donde la tradición -que no las pruebas documentales, inexistentes- sitúa su nacimiento y donde el Campeador tenía propiedades, como queda reflejado en la

La Praga de Tycho Brahe, el astrónomo de la nariz de oro

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Sólo hubo un hombre de la pistola de oro ; se llamaba Francisco Scaramanga, era español (catalán, para más señas) y se ganaba la vida como caro, frío e implacable asesino a sueldo con su pistola fabricada de ese metal precioso y escondiéndose en su propia isla exótica, hasta que James Bond acabó con él. En cambio ha habido más de uno con la nariz de oro, no tan sugestivo como el personaje encarnado Christopher Lee , claro, pero sí más histórico. Un ejemplo fue Justiniano II , emperador de Bizancio, déspota y cruel, que fue depuesto por una insurrección cuyos líderes le cercenaron el apéndice nasal antes de desterrarle, en la creencia -ingenua, como verían- de que no se atrevería a intentar retomar el poder con esa pinta. Otro no tuvo tanta importancia política pero sí científica: me refiero al astrónomo Tycho Brahe , que era danés de nacimiento pero pasó la etapa final de su vida en Praga, motivo de este artículo. Después de la visita al Castillo de Praga , inevitable en cualq