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Vacaciones en Albufeira con Nero Wolfe, Lew Archer y Pepe Carvalho

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    Hace ya tiempo que cada verano acudo fielmente a una cita con unos amigos. Puede ser en Baleares, Canarias o cualquier otro destino que haya elegido para las vacaciones, siempre que no me obligue a estar viajando de un lugar a otro día tras día y me deje tiempo sosegado para dedicarles. Este 2024 quedé con ellos en Albufeira, en el Algarve. No era la primera vez que iba a Portugal ni mucho menos, pues lo había visitado en otras cuatro ocasiones, pero nunca había estado en el sur porque antes no tenía un hijo de ocho años que considera incomprensible que los adultos estemos interesados en ver aburridos museos e iglesias. Albufeira tiene un pequeño museo arqueológico y un templo dieciochesco, pero nadie elige esa ciudad para sus vacaciones por eso. Retomando el hilo inicial, habrá quien piense que al menos dos de mis amigos, Nero Wolfe y Lew Archer, difícilmente se plantearían cruzar el Atlántico para desplazarse a Europa -máxime teniendo en cuenta que habían estado ocupados recient

Una visita al volcán de La Palma

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  Es difícil meterse en la mente de un pirómano y saber por qué se queda boquiabierto contemplando las llamas, igual que tampoco sabemos la razón por la que alguna gente, digamos poco equilibrada, se deja influir por la contemplación de la luna llena. Pero no hace falta sufrir alteraciones para pasar por algo parecido -inofensivamente, eso sí- y atisbar un átomo de comprensión al observar con inevitable fascinación una erupción volcánica, hermosa a la par que amenazadora. Pasará lo mismo con un tsunami, digo yo, pero es más difícil de ver. Cuando, en septiembre de 2021, el Cumbre Vieja comenzó a vomitar fuego en La Palma todos nos sumimos en una curiosa combinación de horror y atracción; la primera por el efecto destructor que sufrían los vecinos, ante el cual resultaba inevitable una pulsión empática si se tienen entrañas; la segunda porque, reconozcámoslo, las imágenes de la lava discurriendo ladera abajo tenían y tienen una incuestionable belleza. Aparte, estaba el interés científi

Más leyendas de Praga: crímenes, religión y fantasmas

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  En otro artículo conté cómo el cartel de una tienda china de Praga fue a desprenderse de la pared justo cuando yo estaba debajo, fotografiando el espectacular portal de una vivienda adornado con estatuas de gigantes en las jambas. Irónicamente, la brecha que me abrió en la cabeza y la absoluta ausencia de persona alguna a la vista, combinadas con la neblina que se extendía aquella media mañana por la zona donde se produjo el incidente, parecían complementarse para crear un escenario acorde con la leyenda del lugar, la céntrica calle Celetná . La misma de la que se cuenta que por allí deambulan dos espectros, el de un carnicero asesino y el de la prostituta a la que mató a hachazos por intentar seducir a un sacerdote. Yo estaba de espaldas cuando sentí el golpe en mi coronilla y la sangre resbalando entre el pelo, así que me hace gracia imaginar que fue el hacha del fantasma lo que realmente me golpeó aquel día. La fantasía es retórica, claro, pero lo cierto es que la capital checa v

Cova S'Aigua, una pequeña e interesante gruta de Menorca

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  Estalagmitas, estalactitas, estegamitas, columnas, pisolitas, helictitas, banderolas, coladas, anemolitos, botroides, conulitos, coraloides... Los aficionados a los espeleotemas y la geología cavernaria tienen un atractivo especial si eligen el archipélago balear para pasar sus vacaciones. Son unas cuantas, las grutas naturales que éste tiene; las más famosas -Artá, Drach , Hams- se encuentran en  Mallorca, pero las hay también en otras islas y una de ellas, Menorca, no sólo no está mal provista sino que presume de algunas igualmente destacadas, como las de Coloms, Cales Coves, Xoroi, Polida, Pardals, Cala Morell o Cova Murada, por ejemplo. Algunas son más modestas, lo que no impide que su visita se convierta en una experiencia apasionante. Por ejempo, la Cova de S'Aigua, que está en Cala Blanca, a unos cinco kilómetros de Ciudadela. Entrada a la cueva de S'Aigua Cala Blanca es una urbanización del suroeste menorquín que lleva el nombre de la cala donde se ubica, una pequeña

El saqueo de Mahón por Barbarroja y el fuerte de San Felipe

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  La capital de Menorca hasta 1708 fue Ciudadela, pero ese año, durante la Guerra de Sucesión, los británicos ocuparon la isla y trasladaron dicha capitalidad a Mahón. No se hizo porque sí; el puerto de esta última ciudad reunía unas cualidades extraordinarias para servir de base mediterránea a la Royal Navy, con sus casi seis kilómetros de longitud y un par de islotes en medio que resultaban perfectos para defenderlo.  Al menos en teoría, porque la Historia muestra que los franceses lograron conquistar Menorca en 1756, la devolvieron siete años más tarde para retomarla en 1782 con ayuda española y la perdieron de nuevo en 1798. Pero ya mucho antes había quedado patente que la seguridad mahonesa era más etérea de lo que parecía, como demostró el corsario Barbarroja con su incursión de 1535. Vista aérea de Mahón con su bocana al fondo ( Paucabot en Wikimedia Commons ) Mahón, fundada por el personaje que le dio nombre, el general cartaginés Magón, hermano de Aníbal Barca (Portus Magonis,

Belchite, el pueblo fantasma de la Guerra Civil

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  En su libro El infinito en un junco , Irene Vallejo deja una de esas frases lapidarias que resultan perfectas para empezar un artículo: "En el cruel universo bélico, los jóvenes mueren y los padres sobreviven a sus hijos" . La realidad demuestra que no siempre es así; especialmente si hablamos de niños, que tienen una extraordinaria capacidad de supervivencia, como si su naturaleza supiera que apenas han vivido una mínima parte de su existencia potencial y todavía les quedan muchos años por delante.  Es algo que podría firmar Josefina Cubel, protagonista involuntaria y ausente de la visita guiada por el pueblo viejo de Belchite, uno de los principales atractivos turísticos de la provincia de Zaragoza y visita casi ineludible en, pero antaño escenario de las tragedias que arrastraba la siniestra mano de la guerra; si ésta es siempre una amalgama de "sangre, barro y mierda ", en expresiva definición de Arturo Pérez-Reverte, que vivió personalmente  unas cuantas, la