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Mostrando entradas de 2016

El Cid y el Monasterio de San Pedro de Cardeña

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Héroe castellano, modelo de caballero medieval, mercenario de ocasión, señor de la guerra más poderoso que muchos reyes, personaje admirado dentro aquí y en el extranjero, protagonista de la mejor película rodada por Samuel Bronston en España, alma del mejor poema épico de nuestra literatura... Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador que en buena hora ciñó espada, es todo esto y más. Venció en todas sus batallas, ganó duelos, se enriqueció con la espada, sirvió a otros hasta que decidió hacerlo a sí mismo, fue siempre fiel a su palabra y pudo haberse autocoronado monarca de Valencia por sus propios méritos si así lo hubiera deseado. Como decía el Cantar , qué gran vasallo si tuviera buen señor. Si hay un sitio donde se respiran aires cidianos es la provincia de Burgos. Allí, en pleno centro, se encuentra Vivar , el pueblo donde la tradición -que no las pruebas documentales, inexistentes- sitúa su nacimiento y donde el Campeador tenía propiedades, como queda reflejado en la

La Praga de Tycho Brahe, el astrónomo de la nariz de oro

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Sólo hubo un hombre de la pistola de oro ; se llamaba Francisco Scaramanga, era español (catalán, para más señas) y se ganaba la vida como caro, frío e implacable asesino a sueldo con su pistola fabricada de ese metal precioso y escondiéndose en su propia isla exótica, hasta que James Bond acabó con él. En cambio ha habido más de uno con la nariz de oro, no tan sugestivo como el personaje encarnado Christopher Lee , claro, pero sí más histórico. Un ejemplo fue Justiniano II , emperador de Bizancio, déspota y cruel, que fue depuesto por una insurrección cuyos líderes le cercenaron el apéndice nasal antes de desterrarle, en la creencia -ingenua, como verían- de que no se atrevería a intentar retomar el poder con esa pinta. Otro no tuvo tanta importancia política pero sí científica: me refiero al astrónomo Tycho Brahe , que era danés de nacimiento pero pasó la etapa final de su vida en Praga, motivo de este artículo. Después de la visita al Castillo de Praga , inevitable en cualq

Kivu

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Estaba en Ruanda , el país de las mil colinas, sobrenombre que no se le puso por casualidad. Un lugar precioso, donde a un visitante inadvertido ni se le pasaría por la cabeza el macabro -y no tan lejano- pasado de genocidio y odios que hay soterrado, aparentemente superado... aunque tratándose de África nunca se sabe. Pero aquel día había sustituido la historia por la naturaleza, levantándome a horas criminales para acceder al Parque Nacional de los Volcanes , en los montes Virunga, avanzar ladera arriba entre la frondosidad de la selva, atravesar un bosque de bambú, subir y bajar mil barrancos dando vueltas en busca de la familia del espalda plateada Agaysha, solazarme una cortísima hora en su compañía, emprender el camino de regreso, jugar un partidillo de fútbol con unos chicos nativos usando un tosco balón artesano hecho de trapo, realizar el último tramo en un cuatro por cuatro sobre la carretera más infernal que he tenido ocasión de probar y finalmente tragarme no sé c

El tesoro de Petra

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Hace ya seis años que le dediqué un artículo a Petra y no había vuelto sobre el tema, así que ha llegado el momento de hacer una nueva visita a la ciudad de los nabateos y además a lo grande, centrando la atención en su imagen iconográfica más conocida, aquella que casi todos los que no han tenido el privilegio de visitar el lugar en persona creen que es Petra únicamente: la Casa del Tesoro . Eso es lo que significa su nombre árabe, Al Jazné, aunque a la palabra Petra se le suele añadir la coletilla "del Faraón" porque hay una leyenda, transmitida oralmente por generaciones de beduinos, según la cual la urna que decora la parte superior del monumento servía para guardar el fabuloso tesoro de Ramsés II el Grande , el rey de Egipto al que presuntamente alude el Libro del Éxodo bíblico, que lo habría colocado en tan poco accesible lugar para esconderlo de los saqueadores. Ésa es la explicación para unas cuantas muescas de disparos que estropean la piedra, como si los est

El Hospital de los Venerables

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Si hubiera que recomendar un top ten de sitios históricos de Sevilla que deber ser visitados sí o sí, probablemente uno de los que figurarían sería el Hospital de los Venerables . Y mira que es difícil elegir en esa ciudad, pero lo sería no sólo por el continente (edificio barroco muy original con una bella iglesia que no defraudará a ningún curioso) y el contenido (se supone, puesto que hoy es un lugar multifuncional que acoge la sede de la Fundación Focus-Abengoa y el Centro de Investigación Diego Velázquez) sino también por el espíritu que flota en el ambiente y que, entrecerrando un poco los ojos y dejándose llevar por la imaginación, lo traslada a uno al siglo XVII. Presbiterio y retablo mayor con La Última Cena, de Lucas Valdés El Siglo de Oro español sólo refulgía con brillo áureo en las artes, fueran plásticas o literarias. En otros aspectos, fuera el político, el militar o el económico, fue la época en que empezó a manifestarse la lenta decadencia de la

Santa María de Tonantzintla, la iglesia pagana disfrazada

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Si bien la idea más tópica que se suele tener de México es la de un país caluroso, desértico para los aficionados al cine del oeste y selvático para los que se quedaron más bien con Apocalypto (que en realidad transcurre en lo que hoy es Guatemala), lo cierto es que se trata de ambas cosas y muchas más, pues su tamaño es casi el mismo que el de Europa occidental . Y se da la circunstancia de que el estado de Puebla tiene un clima templado y húmedo, así que con resignado fastidio, pero también con la acostumbrada rutina, que nacer en Asturias marca climatológicamente, aquella mañana tuve que tirar de chubasquero para hacer frente a una lluvia suave pero pertinaz que me desdibujaba el paisaje al resbalar por la ventanilla del vehículo. Acabábamos de dejar atrás la imponente pirámide de Cholula , la más grande del mundo aunque su apariencia actual es la de una colina tapizada de vegetación con una iglesia en la cumbre, para continuar unos quince kilómetros por la Carretera Federa

El castillo de Coca y la folletinesca historia de amor del marqués de Cenete con María de Fonseca

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Un castillo que se precie debe tener su fantasma . Así lo entienden al menos en las Islas Británicas, donde precisamente el carecer de él es noticia. En España , salvo excepciones, no hay esa tradición, quizá porque los fantasmas tienden a refugiarse en otros ámbitos, como estadios de fútbol u organismos oficiales, pero a cambio es frecuente que nuestros castillos acrediten tremebundas historias dignas de folletín romántico, con amores imposibles, traiciones, crímenes y justicias reales; y si acaso algun alma en pena, que suena más católico. Un buen ejemplo podría ser la que protagonizó el inefable marqués de Cenete , hijo de Pedro Gozález de Mendoza, aquel todopoderoso cardenal al que por su influencia sobre los Reyes Católicos se conocía popularmente como el Tercer Rey de España . El escenario fue espléndido: el castillo de Coca . El marqués de Cenete Si hay un castillo raro o poco común en el país ése es el de Coca , una pequeña localidad del noroeste de Segovia dond